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¡Soy asmática severa!

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Amanece un precioso día de otoño, lo veo desde mi ventana.

Me desperezo; me arrebujo unos minutos más bajo las mantas y me dispongo, aun un tanto somnolienta, a iniciar una nueva jornada con “mi nueva rutina diaria”.

Lo primero: tomar los probióticos y protector de estómago para preparar al cuerpo. Para darle tiempo leo los mensajes del móvil. En segundo lugar, los aerosoles de la mañana que, siguiendo unas pautas muy aprendidas, inhalo pausada y concienzudamente para aprovechar al máximo sus beneficios. Continuo unos minutos más en la cama leyendo las cabeceras de los periódicos digitales, mientras noto el efecto de la medicación. 

Tras esto, me levanto para desayunar y poder tomarme la fracción de cortisona correspondiente al día de hoy. Sin levantarme de la mesa: preparo una jeringuilla (se tiene que atemperar) con la solución salina que me pondré, nebulizada con una maquina especial, antes de comer.

Ahora sí, ya estoy dispuesta a iniciar y disfrutar de este maravilloso día de otoño...

Al levantarme de la mesa me suena el teléfono. Me llaman del hospital para decirme el resultado de los últimos análisis. ¡No hay bacterias ni ningún otro elemento patógeno en los mismos!

Lo dicho: “HOY ES UN DIA MUY ESPECIAL DE OTOÑO”

¿No lo he dicho?: ¡SOY ASMÁTICA SEVERA!

Esta enfermedad que sufro desde hace más de 35 años, no me impide, ahora ya no, hacer una vida normal. Al principio fue un lastre en mi vida; el cambio que sufres al sentirte limitada por el agotamiento que te produce la escasez de aire; el tener que renunciar a muchas cosas cotidianas “por no poder seguir el ritmo de los demás”; el sentirte sujeta a una medicación; el estar cada vez más y más limitada en todos y cada uno de los momentos del día te hacen, aunque nunca lo hayas sido, un ser un tanto huraño y encerrado en tu enfermedad...Hasta que ves, conoces y convives con otras personas que tienen “esas molestias” que tú tienes y, poco a poco, te enseñan a vivir con ello.

Cursos impartidos por asociaciones de asmáticos, reuniones con neumólogos y alergólogos que te enseñan a respirar, educación ante la enfermedad y, lo más importante, un buen “control mental” y una “gran alegría de vivir” me han permitido, aunque a veces “no es fácil”, a convivir con este problema hasta poder decir y gritar DESDE MI VENTANA al mundo que: ¡”SOY CAPAZ, COMO CUALQUIER OTRA PERSONA, DE LLEVAR UNA VIDA NORMAL”!

Salgo a pasear, voy al gimnasio, de compras, me tomo unas cervezas con los amigos, cocino, hago las cosas de casa. ¿Me canso? ¡Por supuesto! Quizás, mejor sin quizás, un poquito más que los demás, pero, paro, me pongo mis aerosoles, me recupero... Y A SEGUIR.

¿Es una grave enfermedad? ¡Si! Y tenemos que asumirlo. Pero como decía aquel filósofo que sólo podía comer las hierbas del campo y se lamentaba de su pobreza, hasta que mirando hacia atrás, vio a otros que recogían las hierbas que él despreciaba para comérselas. Con este ejemplo no quiero decir que: “Mal de muchos…”, o que hay que conformarse con lo “poco bueno” que nos ha tocado vivir. ¡No, para nada!

Lo que tenemos que hacer es aprender a convivir y saber llevar esta enfermedad con la mejor de las sonrisas y ganarle día a día la batalla. ¿Difícil? No. Es ¡MENOS FÁCIL!, pero con un poco de esfuerzo y constancia LO CONSEGUIREMOS y podremos decir un precioso día de otoño DESDE MI VENTANA:

¡EL ASMA NO ME VA A HACER PERDER TODO LO BUENO Y BONITO QUE HOY TENGO QUE HACER!

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