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Cuidarse durante unas navidades diferentes

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Sigue pasando el tiempo y siguen pasando los días conviviendo con este terrible virus que a todos nos tiene asustados, preocupados, cansados, desmoralizados, aburridos y cansados. Y para una persona de riesgo por mi cardiopatía, según he contado en los artículos anteriores, pues todo es aún mayor.

Llegan las temibles fechas. Las Navidades. Esos días en los cuales todos queremos intentar llevar ese mismo espíritu que todos los demás años, qué digo…, toda la vida!!!! Pero no, este año no se puede. Tenemos que seguir conviviendo con el virus nos guste o no.

Se quedan en un recuerdo todo lo que hemos estado haciendo hasta el momento. Nada de cenas de empresa, salidas con amigos hasta las tantas, aperitivos interminables, pero sobre todo, lo más importante, juntarnos con los familiares.

Con niños en casa las Navidades siempre son mágicas y diferentes, pero nunca como esta vez. Montamos el árbol, el Belén y adornamos la casa, ya no sé si realmente es por querer maquillar la realidad de lo que hay fuera o por seguir manteniendo esa ilusión que al final brilla con la misma intensidad que días luces de nuestro árbol.

Y una vez más en mi caso es diferente. Todo empieza con las vacaciones de los niños. Ya no hay cole pero sí que tengo que seguir trabajando. Así que hay más cosas de las cuales ocuparse. De nuevo es trabajo, niños, casa, intentar salir con ellos lo que se pueda dadas las circunstancias, y todo esto cansa. Yo me siento fuerte, o quizás sean las ganas de querer seguir sintiéndolo, pero en realidad al final del día, las fuerzas disminuyen. También el estrés que supone convivir con este virus, te hace flaquear en más de una ocasión. Pero seguimos adelante con mucha precaución.

Llegan los días claves en las que nos toca decidir con qué familiares vamos a cenar, para no infringir las normas. Y con ellos, vienen los momentos en los que nos sentamos a la mesa y comemos y bebemos quizás más de la cuenta. Aunque no olvido en ningún momento ni mi alimentación ni mi medicación, sea cual sea la época del año, ya que sé, que es la que protege mi corazón. En realidad tampoco hago demasiados excesos, no me prohibieron ningún alimento, pero simplemente es sentido común. Soy muy consciente con que tengo que llevar una alimentación equilibrada y sana, para mantener el colesterol y la tensión a raya, ya que pueden ser los peores enemigos de mis arterias.

Podría pensar, que podría excederme en algo más, ya que estoy protegida por la medicación, pero ¿realmente merece la pena arriesgarse? A mí, desde luego que no, pero también debo de confesar, que una copita de vino, sí me tomo.

Me pongo en la piel de cualquier persona que tenga una enfermedad crónica, sea cual sea, para entender que estas navidades tan atípicas que hemos tenido, marcan y cansan aún más que a cualquier otro y sobre todo no debemos descuidarnos y bajar la guardia con momentos especiales, porque para mí, cada día es especial y un nuevo reto. Solo tenemos que pensar que estas navidades hayan sido un recuerdo de lo que no queremos que vuelva.

Al fin y al cabo, estas por malas que hayan podido ser, no fueron peores que las de hace dos años. La mitad de ellas las pase en el hospital. Los médicos barajaron la posibilidad de darme el alta el día 24 debido a las fechas que estábamos, pero no quisieron arriesgar, porque aún había unos niveles que estaban demasiado altos y prefirieron esperar. Me dieron el alta el día 26 y aunque muy débil pude tomarme las uvas con mis hijos y mis familiares.

Así que en comparación con aquellas fatídicas del 2018, éstas han sido simplemente unas más. Diferentes, sí, pero en casa con los míos. Así que una vez más, siempre hay que mirar para atrás y darnos cuentas que por mal que parezca que lo estamos pasando sin poder estar con los nuestros en momentos tan especiales, siempre hay alguien que lo está pasando peor que nosotros.

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